¡Socorro Corpa se quema!



Corpa, Viernes 20 de Febrero de 1931.  En torno a las 11:30h de la mañana unos niños juegan junto a un pajar,  entre ellos, según me cuentan, mi abuela Sagrario y su hermano Valentín.  Poco después se origina un incendio en su interior y en pocos minutos se extiende.

El incendio afectó en seguida al salón de baile adjunto, dónde se celebraban entonces las fiestas del pueblo.  Seguía al salón otro edificio, al que se unían varios formando una extensa manzana, por lo cual al iniciarse el fuego en el pajar la alarma de los vecinos fue grande, temerosos de que las llamas alcanzaran a toda la manzana de casas.

"Las llamas prendieron en la paja y se intensificaron en pocos momentos.  Varias vecinas habitantes en las casa próximas, al advertir la densa columna de humo que se elevaba, empezaron a dar voces pidiendo auxilio y a los pocos momentos llegaron los vecinos D. Andrés Cabras, D. Julio García, el alcalde, D. José María Verdes Montenegro, y el juez, D. Juan García Gómez, que procedieron a los primeros trabajos de extinción. Al mismo tiempo sonaban las campanas del pueblo convocando para ayuda a todos los vecinos".

Paremos aquí e imaginemos la situación en ese momento.  Como decíamos en anterior publicación en esa época no había agua en el pueblo, sólo en pozos particulares y manantiales.  El pajar arde cada vez más.  Empieza a afectar a los edificios colindantes, el baile y el establo. ¡Se va de las manos! ¿cómo se pide ayuda? ¡No había teléfono! 

LOS PRIMEROS AUXILIOS

La confusión que en los primeros momentos se produjo fue indescriptible, y todo el vecindario, con sus autoridades a la cabeza, trató de acudir a extinguir las llamas, utilizando para ello el agua de los pozos de las casas que era acarreada con toda clase de cacharros por medio de largas filas de gente hasta la finca incendiada; pero en seguida se echó ver que esto era insuficiente y el alcalde dispuso que saliera un propio para Alcalá de Henares con objeto de pedir auxilio.

Según se hace eco la prensa de la época, un emisario salio hacia Alcalá de Henares y se presentó en su Ayuntamiento "jadeante y con el espanto reflejado en el rostro, diciendo que estaba ardiendo el pueblo por los cuatro costados".  Viendo esta situación en el Ayuntamiento solicitaron la actuación del cuerpo de Bomberos de Madrid. Y tan alarmante era la noticia que también se avisó al ejercito "fueron enviadas fuerzas del batallón de Lanzarote, que forman parte de esta guarnición, y de esta Comandancia de la Guardia Civil para contribuir a los trabajos de extinción, sabiéndose en ese momento que han salido ya de la Dirección de Incendios una bomba del segundo Parque.  Por la distancia a que se halla dicho pueblo y la falta de comunicaciones telefónicas, se ignora la importancia del siniestro reinando la natural ansiedad".  Estos refuerzos, a pesar de estar informados en algún diario, nunca llegaron al lugar del siniestro.

Uno de los primeros en llegar también al lugar del suceso fue el cura del pueblo, D. Francisco Gómez de Diego, el cual en unión de varios vecinos entró en el corral de ganado para salvar a los animales que en él se hallaban.

"Algunos cerdos que estaban en el corral salieron veloces al ser abierta la puerta de éste.  Poco después se pusieron a salvo una yegua y numerosos corderos.  Mientras tanto, habían acudido al lugar del suceso casi todos los vecinos del pueblo, que son unos 130 aproximadamente.  Las mujeres rivalizaban en su labor para sacar agua del pilón desde la fuente y formando entre mujeres y jóvenes una cadena iban pasando los cubos de mano en mano hasta llegar a un tejado, desde el cual el cura y los vecinos arrojaban agua en grandes cantidades.  Únicamente se pudo salvar del salón de baile el piano; todo lo demás ha quedado reducido a escombros".



LLEGADA DE LOS BOMBEROS

Llegaron a Corpa cerca de la una de la tarde e inmediatamente se pusieron a trabajar con la actividad acostumbrada.  Como quiera que se carecía del elemento más indispensable, que era el agua, el jefe de zona, un tal Pingarrón dispuso que se empalmaran quince trozos de mangaje que se llevaban de repuesto, y que fueron extendidos en una longitud de unos trescientos metros hasta una hondonada situada entre un grupo de árboles, donde se hallan la fuente y lavadero del pueblo, fuente cuyo caudal no era muy abundante en ese momento (quince litros por minuto según la prensa de la época)

El jefe de Bomberos Sr. Pingarrón, dispuso que se derribaran inmediatamente a golpe de pico los paredones colindantes a la finca siniestrada.  Luego dio las ordenes para que se retiraran de los alrededores de las casas que ardian los numerosos vecinos que con cubos, barreños y otros artefactos pugnaban con sus esfuerzos para apagar las llamas.  Estas, por efecto del fuerte viento reinante se hacían más extensas.

Los trabajos del personal de incendios duraron cerca de dos horas, quedando dominado el siniestro que había destruido parte de una finca y el salón dedicado a baile público, que estaba contiguo al pajar dónde se inició el fuego.  Se retiraron sobre las tres y media de la tarde y fueron ovacionados por el vecindario.



ÚLTIMOS DETALLES

La noticia, divulgada por los centros oficiales, acusaba de gran gravedad, llegó a conocimiento de los periodistas, que se dispusieron a salir inmediatamente para el lugar del suceso.  De ahí que se hicieran eco de la noticia al menos los diarios ABC y ABC Sevilla, El Siglo Futuro, El Sol, Heraldo de Madrid, La correspondencia militar, La Libertad y La Voz.

"En vista de las alarmantes noticias que del pueblo de Corpa se recibían nos trasladamos en automóvil a dicho lugar, siendo sorprendido al comprobar que sólo se había quemado un local habilitado para salón de baile y una casa contigua, siendo ambos inmuebles muy viejos y de escasísimo valor, no registrándose desgracias personales"

Una vez fuera del pueblo los bomberos, el alcalde D. Jose María Verdes Montenegro y el juez Sr. García Gómez dispusieron que fuera echado un pregón rogando al vecindario de Corpa que con los elementos que tuviera se presentara en el lugar siniestrado para apagar totalmente los pequeños focos que del incendio quedaban entre los escombros de las casas siniestradas.  Casi todo el pueblo obedeció las ordenes de las autoridades.  Las pérdidas ocasionadas por el fuego son de bastante consideración.

La finca que se quemó era propiedad de los hermanos D. Sergio y Doña Francisca Salamanca, los cuales no tenían asegurado el edificio.  "Calculan las pérdidas en unas 1.000 pesetas, aproximadamente".  Esto para los más jóvenes son 6 euros al cambio, lo que os puede hacer una idea de la depreciación de la moneda desde entonces.

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